Aunque nosotros no lo percibamos porque nos movemos con ella -y ya dijo un tal Einstein que todo es relativo- la Tierra, en su movimiento de rotación, se mueve a unos 1.700 kilómetros por hora en el ecuador, velocidad que baja a unos 850 kilómetros por hora a 60 grados de latitud, y que sólo es nula en los polos.
Esta velocidad provoca lo que conocemos como fuerza centrífuga, aunque los físicos nos dirán que esta no existe y que en realidad deberíamos hablar de la fuerza centrípeta, que hace que la Tierra se ensanche por el ecuador, que el nivel de los océanos suba también hacia este, así como otros efectos en el clima y en las placas tectónicas.
No es previsible que la Tierra deje de girar, aunque si esto sucediera de repente saldríamos disparados a causa de la inercia, con consecuencias catastróficas.